El 3 de febrero el Papa Francisco reconoció el martirio de los sacerdotes polacos Michel Tomaszek y Zbignew Strzalkowski. Para traer a la memoria algo sobre su vida y obra, transcribimos una parte del material Testigos del evangelio. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos” . Jn. 15,13.
“El P. Michel y P. Zbigniew, franciscanos conventuales de origen polaco, llegaron en el año 1989 al distrito de Pariacoto, cerca de Chimbote en el departamento de Ancash. Llegaron a trabajar con las comunidades cristianas de base, integrándose rápidamente a la comunidad de campesinos de Pariacoto y a todas las aldeas y caseríos de la zona. El P. Lino Dolan, Dominico, por entonces Presidente de la Comisión de Justicia Social de la diócesis de Chimbote, los recuerda: “jóvenes bastante enérgicos, bastante sensibles al sufrimiento del pueblo, que trabajaban principalmente con el apoyo de agentes pastorales laicos a través del impulso a diversos proyectos de carreteras, de agua, de cultivos. Fueron muy bien recibidos por todos los pueblos de ese valle del camino de Casma. Fueron personas que iban a las alturas y acompañaban los momentos difíciles, buscando soluciones junto al pueblo. Realmente eran muy serviciales y en muy poco tiempo aprendieron el castellano a la perfección. Se esforzaron para integrarse realmente con el pueblo”1.
En poco tiempo estos sacerdotes se ganaron el corazón de los pobladores gracias a su labor apostólica, la formación de comunidades cristianas, la escuela de catequistas y por su identificación con las necesidades de los campesinos. Zbigniew Strzalkowski se preocupaba mucho por los enfermos, además, frente a la escasez de agua potable estuvo muy interesado por encontrar una nueva fuente de agua para toda la región.
Tenían 32 y 34 años cuando, la noche del 9 de agosto de 1991, fueron asesinados por miembros de Sendero Luminoso en Pariacoto. Después de celebrar la misa, fueron sacados de la casa parroquial donde estaban reunidos con animadores y catequistas, tal como lo hacían usualmente. Los encapuchados decían que estaban opuestos a que los religiosos evangelizaran, más aún que hablaran sobre la paz. Además estaban en contra de la manera en que las comunidades campesinas de esa localidad se estaban organizando para cuidar sus cosechas. El punto más tenso fue el de los alimentos, indicando que no iban a permitirlo porque eso “adormece al pueblo”. Luego de dinamitar la puerta del almacén de alimentos, amarraron a los sacerdotes y los introdujeron en el auto de la parroquia junto con una religiosa. A la salida del pueblo y luego de volar el puente ubicado allí, dejaron a la religiosa en el camino y condujeron a los sacerdotes al costado del cementerio en donde los asesinaron. Esa noche también asesinaron al alcalde de Pariacoto y al alcalde de Cochabamba. Luego incendiaron el auto de la parroquia.
Los asesinaron por hablar de paz y repartir alimentos a los pobres. Junto a sus cadáveres dejaron unas notas que decían: “así mueren los que hablan de paz, así mueren los que lamen al imperialismo”. Ambos fueron enterrados en Pariacoto por voluntad expresada meses antes por los sacerdotes.
La Conferencia Episcopal Peruana mediante un comunicado, repudió y condenó este atentado “contra la vida de dos de sus mejores y jóvenes hijos”. Monseñor Bambarén declaró que estos asesinatos lesionaban el corazón de los pobres porque ambos habían estado muy cerca de los campesinos “quienes lloraban como si hubieran perdido a su madre””.
1 Quincenario Signos. Lima, 23 de agosto de 1991.
Fuente: Padres Michel Tomaszek y Zbigniew Strzalkowski en Testigos del evangelio. “Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos”, CEP-IBC, julio 2007.