Hoy conmemoramos el 40° Aniversario de San Óscar Romero quien entregó su vida en defensa de la vida de su pueblo. Fue asesinado por su incansable labor de pastor acompañando y orientando al pueblo salvadoreño en momentos de extrema violencia, en los que el reclamo de justicia era acallado por una represión inmisericorde.
Óscar Romero fue asesinado mientras celebraba misa, el 24 de marzo de 1980, por un francotirador del ejército salvadoreño. Su muerte provocó una ola de protestas en todo el mundo y la presión internacional por reformas en El Salvador.
Su muerte se sumó a la de muchos otros sacerdotes religiosos y religiosas que en esos años defendían a los pobres y clamaban por justicia. Eran épocas en que sectores autoritarios veían en la Iglesia una enemiga y circulaban volantes en El Salvador que decían “haga Patria, mate un cura”.
En 1997 Romero fue declarado “Siervo de Dios” por el Papa Juan Pablo II. En febrero de 2015, el Papa Francisco aprobó el decreto de beatificación del arzobispo salvadoreño, reconociéndolo como mártir. La ceremonia de beatificación se celebró el 23 de mayo de 2015 en la capital salvadoreña y fue presidida por el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos. Se estima que unas 300 mil personas estuvieron presentes en la ceremonia.
El papa Francisco envió un mensaje personal, leído al comienzo de la ceremonia, en el que declaró que: “En tiempos de difícil convivencia, Romero sabía cómo guiar, defender y proteger a su rebaño. […] Damos gracias a Dios porque concedió el mártir obispo la capacidad de ver y escuchar el sufrimiento de su pueblo. […] Cuando uno comprende bien y asume las últimas consecuencias, la fe en Jesucristo crea comunidades que son artesanos de la paz y la solidaridad”. Romero fue canonizado por el papa Francisco el 14 de octubre de 2018.
Te invitamos a leer el artículo “El testimonio de Monseñor Romero” de Gustavo Gutiérrez, publicado en la revista Páginas 238.
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