Gustavo Gutiérrez: “Ahora tenemos una coincidencia grande con el Vaticano”

“Ahora tenemos una coincidencia grande con el Vaticano”

Ismael Monzón. Desde Roma

Casi medio siglo después de que comenzara a pergeñar la teología de la liberación, el padre Gutiérrez todavía se presenta con un mensaje revolucionario. Varios periodistas consideraron que su presencia en el Vaticano fue una suerte de “rehabilitación”.

Durante décadas ha man- tenido un tira y afloja con la postura oficial de la Iglesia Católica. Camina siempre apoyado en un bastón, aunque lo hace con paso firme ahora que –dice él– el Vaticano se encuentra más cercano que nunca a su idea de los pobres como opción preferencial.

—¿Cómo ha influido la teología de la liberación en los sucesivos gobiernos latinoamericanos?

La teología de la liberación nace después del Concilio Vaticano II. Surgió como una perspectiva desde América Latina con el tema siempre presente de los pobres. En los primeros años no hubo problemas, existía el clima conciliar. Pero rápidamente llegaron dictaduras muy fuertes en Uruguay y Chile. Ya las había en Brasil, Paraguay o República Dominicana. Aquellas personas no estaban acostumbradas a la presencia de las ciencias sociales en el trabajo teológico. Entonces llegaron las denuncias sobre el marxismo. Hacía falta tener un poco más de cultura para comprender que no había tal cosa.

—¿No tenía nada que ver con el marxismo?

No, lo que sí había era el uso de la teoría de la dependencia, muy presente en esos años. Pero, sobre todo, había una crítica a la situación de América Latina. Eso es lo que no gustaba. Las personas de la Iglesia viven en este mundo, por eso se preocuparon. Los años 80 fueron los más difíciles, aunque nunca hubo una condena de la teología de la liberación.

—Dice usted que nunca se condenó, pero el Vaticano apartó a muchos curas de sus diócesis. ¿Cómo fue la relación con la Iglesia?

Hubo críticas fuertes, el diálogo no dejó de ser difícil. No digo que no hubiera problemas. Los hubo, además en público. Tomaron casos extremos, de personas que hablaban de otras cosas y a quienes acusaban de defender la teología de la liberación. Salieron dos documentos importantes de la Congregación de la Fe. El primero era muy crítico y el segundo, cuando la gente pensaba que acababa el asunto, mucho menos.

—Los firmaba Joseph Ratzinger. ¿Cómo fue su relación con él como el papa Benedicto XVI? ¿Pensó que acabaría con su corriente?

No. No puedo decir que él estuviera fervorosamente de acuerdo con la teología de la liberación. Pero es un hombre muy inteligente y buen teólogo. Pero hay una cosa mucho más seria, mucha gente asesinada por su compromiso con el pobre. Eso es más importante que un papel.

—¿Ese sí fue un momento de temor a una ruptura?

En un continente como América Latina, de mayoría cristiana y católica, tenía usted asesinatos de obispos, que son muy simbólicos. Pero nadie daba la cara. El problema de la teología de la liberación estuvo fuera de los marcos de la Iglesia.

—Uno de esos asesinatos fue el del arzobispo de San Salvador, Óscar Romero, al que ahora el Vaticano se dispone a beatificar. ¿Cómo acogen esta decisión?

Tiene un peso muy grande. Será que si beatifican a Romero, aquello que decían de que estaba mal de la cabeza o de que apoyaba a los guerrilleros se habrá demostrado falso. Creo que la beatificación de Romero va a aportar luz sobre otros muchos ase- sinatos cometidos por un auténtico compromiso con los pobres.

—¿Marca una nueva etapa con el Vaticano?

Indudablemente. Habrá una presencia fuerte de esta temática. Pero las estructuras que fabrican pobressiguen presentes en muchos países.
Tenemos a una población negra e indígena marginada en el continente, al igual que las mujeres.

—¿Cambió la perspectiva de la Iglesia con la llegada de Francisco?

El impacto de Francisco es muy grande. Dentro de la Iglesia y más allá de ella.

—¿En qué momento confluyen la teología de la liberación y la postura oficial del Vaticano?

En este momento hay una gran coincidencia en cuanto a la pobreza, la justicia o la forma de poner el acento en la periferia, como le gusta decir al Papa. Es una predilección que ya tenía en su trabajo pastoral. Aunque si me preguntan si el Papa es un teólogo de la liberación, yo digo que no.

—¿Cómo fue su trabajo en el Perú?

El Perú no tuvo una dictadura, pero sí algo muy serio: los asesinatos de Sendero Luminoso. Mataron incluso a varios sacerdotes. Los terroristas decían que esta perspectiva de la teología de la liberación era una de las cosas más inteligentes que había hecho la Iglesia para hacer creer que estaban con los pobres.

—¿Los postulados de la teología de la liberación podrían servir para la agenda latinoamericana que el Vaticano pretende impulsar de manera más sostenida?

América Latina es un continente muy marcado por el cristianismo. Naturalmente, los testimonios y el reconocimiento de los sacerdotes asesinados van a servir.

Gustavo Gutiérrez
Creador de la teología de la liberación
Nací en junio de 1928. Soy filósofo y teólogo, fui ordenado sacerdote en 1959. Fundé el Instituto Bartolomé de las Casas en Lima y recibí el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en el 2003. Mi presencia en Roma obedece a la ponencia que pronuncié en la asamblea general de Cáritas Internacional. Sigo sosteniendo que la principal violencia que existe en el mundo es la pobreza porque esta significa muerte.

Fuente: Diario “El Comercio”, 15 de mayo 2015, pág. 30.

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