El discurso inaugural del papa Francisco en la apertura del Sínodo de los Obispos para la Amazonía imprimió una bocanada de aire fresco que recuerda y reitera su propósito al convocar este Sínodo en Puerto Maldonado durante su visita al Perú. Recordó primero las cuatro dimensiones de este importante encuentro eclesial:
“…El Sínodo para la Amazonía podemos decir que tiene cuatro dimensiones: la dimensión pastoral, la dimensión cultural, la dimensión social y la dimensión ecológica. La primera, la dimensión pastoral es la esencial, la que abarca todo. Nos acercamos con corazón cristiano y vemos la realidad de Amazonía con ojos de discípulo para comprenderla e interpretarla con ojos de discípulo, porque no existen hermeneúticas neutras, hermeneúticas ascepticas, siempre están condicionadas por una opción previa, nuestra opción previa es la de discípulos….”.
Insistió en el respeto que debe inspirar a los padres sinodales a acercarse a reflexionar sobre la realidad amazónica y la vida de los pueblos que la habitan, retomando así la clara orientación pastoral que marca la trayectoria de la Iglesia desde el Concilio y desde Medellín:
“…también nos acercamos a los pueblos amazónicos en punta de pie, respetando su historia, sus culturas, su estilo del buen vivir, en el sentido etimológico de la palabra, no en el sentido social que tantas veces les damos, porque los pueblos poseen entidad propia, todos los pueblos, poseen una sabiduría propia, conciencia de sí, los pueblos tienen un sentir, una manera de ver la realidad, una historia, una hermenéutica y tienden a ser protagonistas de su propia historia con estas cosas, con estas cualidades. Y nos acercamos ajenos a colonizaciones ideológicas que destruyen o reducen la idiosincrasia de los pueblos, hoy es tan común esto de las colonizaciones ideológicas. Y nos acercamos sin el afán empresarial de hacerles programas preconfeccionados de disciplinar entre comillas a los pueblos amazónicos, disciplinar su historia, su cultura, eso no, ese afán de domesticar los pueblos originarios.…”
Alertó sobre los riegos de buscar aplicar categorías rígidas en el conocimiento, la reflexión y la búsqueda de pistas propositivas:
“…Las ideologías son reductivas, y nos llevan a la exageración en nuestra pretensión de comprender intelectualmente, pero sin aceptar, comprender sin admirar, comprender sin asumir, y entonces se recibe la realidad en categorías, las más comunes son las categorías de “ismos”, entonces cuando tenemos que acercarnos a la realidad del algún pueblo originario hablamos de indigenismos, y cuando queremos darle alguna pista de salida a su vivir mejor, no le preguntamos, hablamos de desarrollismo, estos “ismos” reformulan la vida desde el laboratorio ilustrado e iluminista…”
El papa expresó su pesar ante actitudes de desprecio que estaban presentes e invitó a no dejarse llevar por una actitud pragmática que opuso e un pensamiento paradigmático entendiendo éste como el que se acerca a conocer con respeto y admiración:
“… Y después el desprecio, ayer me dio mucha pena escuchar aquí dentro un comentario burlón, sobre ese señor piadoso que llevó las ofrendas con plumas en la cabeza, decidme: ¿qué diferencia hay entre llevar plumas en la cabeza y el “tricornio” que usan algunos oficiales de nuestros dicasterios? (aplausos…). entonces corremos el riesgo de proponer medidas simplemente pragmáticas, cuando por el contrario se nos pide una contemplación de los pueblos, una capacidad de admiración, que hagan hacer un pensamiento paradigmático. Si alguno viene con intenciones pragmáticas rece el “yo pecador”, se convierta y abra el corazón hacia una perspectiva paradigmática que nace de la realidad de los pueblos. No hemos venido aquí a inventar programas de desarrollo social o de custodia de culturas, de tipo museo, o de acciones pastorales con el mismo estilo no contemplativo con el que se están llevando adelante las acciones de signo contrario: deforestación, uniformización, explotación, ellos también hacen programas que no respetan la poesía, la realidad de los pueblos que es soberana…”
Finalmente y no menos importante invitó a los participantes del Sínodo a entrar en un proceso refiriéndose a la tensión que puede existir entre dar opiniones rápidas y públicas por un lado o guardar un secretismo que desnaturalice el carácter comunitario de este encuentro. Insistió:
“Finalmente, estar en el Sínodo es animarse a entrar en un proceso. No es ocupar un espacio en la sala. Entrar en un proceso. Y los procesos eclesiales tienen una necesidad. Necesitan ser custodiados, cuidados, como el bebé, acompañados al inicio. Cuidados con delicadeza. Necesitan calor de comunidad, necesitan calor de madre e Iglesia. Un proceso eclesial crece así. Por eso, la actitud de respeto, de cuidar la atmósfera fraternal, el aire de intimidad es importante. Y se trata de no ventilar todo, como viene, afuera. Pero no se trata respecto a quienes debemos informar de un secreto más propio de las logias que de la comunidad eclesial, pero sí de delicadeza y de prudencia en la comunicación que haremos fuera…”.
Sin duda este discurso expresa la orientación que el papa Francisco propone a los Padres Sinodales y a quienes como Auditores estarán también participando activamente de este importante acontecimiento que se desarrollará hasta el 27 de octubre.
Compartimos el discurso completo:
Fuente: La Santa Sede