Cuidar la creación es cuidar al ser humano

En el libro que les presentamos, el primer artículo, de Pedro Hughes, analiza el tema en el documento de Aparecida, situándolo en el contexto de la tradición de la Iglesia desde la opción preferencial por los pobres. Felipe Zegarra trabaja un discurso teológico a partir de distintos textos bíblicos del Antiguo y del Nuevo Testamento y subraya que «una y otra vez se proclama en Dios la estrecha vinculación de la humanidad con el universo, el «todo», por medio de Jesús, el Cristo». Gregorio Iriarte ubica su reflexión en la preocupación por las consecuencias del cambio climático, señalando que los países ricos han hecho muy poco desde el protocolo de Kyoto para disminuir las emisiones contaminantes, y afirma que el camino hacia la verdadera solución pasa por considerar al ser humano como centro de todo el problema. Carmelo Galdós desarrolla una interesante reflexión en torno a la actitud franciscana sobre la tierra a partir del Cántico de las criaturas de Francisco de Asís, releído desde la problemática actual, y enfatiza la «hermandad» espiritual de Francisco con todo lo creado. Después del excelente mensaje de Benedicto XVI, referido líneas arriba, que vincula la paz mundial con el cuidado de la creación, el último texto que les ofrecemos es un documento pastoral de la Comisión Episcopal por la Justicia y la Paz de Canadá «Construir una nueva cultura ecológica». Dicho texto plantea una sólida fundamentación pastoral, con acápites como «La ecología humana» y su relación con la «ecología ambiental», «El cuidado del ambiente es una cuestión moral», «Creación y espiritualidad», para, enseguida, concluir proponiendo algunos lineamientos pastorales muy precisos para responder a los problemas actuales.

En fin, los diversos autores subrayan que para la Iglesia la preocupación ecológica y el cuidado de la creación están marcados por la centralidad del ser humano. Cuidar la creación es cuidar del ser humano. Pero esta centralidad tiene su origen en Dios. Por eso Aparecida afirma que «el hombre y la mujer están llamados a vivir en comunión con Él, en comunión entre ellos y con toda la creación». Para construir esta comunión muchos cristianos, en el Perú y en América Latina, se han sentido llamados a defender la vida de los pobres, exigir respeto a los derechos de las comunidades indígenas, denunciar los efectos de la contaminación ambiental en la salud de la población y contribuir a facilitar el diálogo para frenar la violencia. Muchos, por ello, han sido incomprendidos, calumniados y amenazados.